El viernes 22 de julio de 2011, cuando el barrio administrativo de Oslo, sede de la mayoría de los ministerios y sede del Gobierno, resultó devastado por una bomba, los analistas pensaron enseguida que se trataba un ataque del terrorismo islamista internacional; en la calle, se produjeron palizas a inmigrantes. Pero cuando se supo de la carnicería en la isla de Utøya, situada a unos cincuenta kilómetros, los ánimos comenzaron a nublarse: ¿por qué el terrorismo internacional habría de exterminar a decenas de adolescentes del campamento de verano de la Liga de Jóvenes Laboristas (AUF)? El asesino que la policía detuvo ese mismo día era un rubio alto de ojos azules, nacido en los barrios acomodados de Oslo: Anders Behring Brievik, ex militante del Partido del Progreso (Fremskrittspartiet), un partido populista de extrema derecha. Los noruegos quedaron conmocionados.
Un ser humano capaz de abatir a niños a sangre fría es por (...)