Las doce del mediodía, un martes cualquiera, en Hägersten, en el extrarradio al sur de Estocolmo. Decenas de clientes aguardan frente a las puertas del supermercado “social y solidario” Matmissionen (literalmente “la misión alimentaria”). Los primeros han llegado dos horas antes para conseguir un mejor número en la cola. Por fin pueden entrar en la tienda, pero con cuentagotas, no más de diez a la vez. Este modo de operar, que se puso en marcha mucho antes de la pandemia de covid-19, es para evitar aglomeraciones. Antes de que se estableciera, los consumidores más despiertos y curtidos se adjudicaban rápidamente las mejores piezas.
Las puertas solo están abiertas desde las doce hasta las cinco de la tarde, de lunes a sábado. Sin embargo, muchos clientes pasan buena parte del día en los transportes para acudir a las tiendas Matmissionen implantadas por la asociación Stockholms Stadsmission, desde 2015, en las afueras de (...)