Libia no sólo es un terreno propicio para los enfrentamientos por subrogación que libran varias potencias: por un lado, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Rusia –aliados de Jalifa Hafter–, y por otro, Turquía y Qatar, que respaldan al Gobierno del Acuerdo Nacional (GAN). También es un campo de batalla para mercenarios venidos de todas partes. Desde el intento de secesión de la región de Biafra de Nigeria (1967-1970), el suelo africano no había atraído a tantos “perros de guerra”. Aunque dependen de las milicias locales, ambos bandos cuentan con el apoyo de fuerzas adicionales debidamente supervisadas y remuneradas. Ya no estamos hablando de personajes “horrendos” reclutados por un anuncio o en algunos bares de Londres o Bruselas, como solía ser el caso. Desde los años 1960, el oficio de las armas ha evolucionado mucho y una serie de empresas, que están presentes en muchos puntos calientes, se han especializado.
La empresa (...)