Una broma divierte a toda Varsovia: “¿Cuál es la diferencia entre Radek Sikorski (el ministro de Asuntos Exteriores polaco) y Dios? Respuesta: “¡Dios no se cree Sikorski!”. De hecho, el jefe de la diplomacia no brilla por su modestia. Con ocasión de su discurso anual en la Dieta (la cámara polaca), el 29 de marzo de 2012, no vaciló en declarar: “La actual Polonia es la mejor de cuantas hemos conocido”. Haciendo el balance de su presidencia de la Unión Europea, agregó: “Estoy orgulloso de asegurar que, a pesar de las circunstancias adversas, el liderazgo de Polonia es ampliamente considerado como el mejor desde que entró en vigor el Tratado de Lisboa”.
El hombre no disimula su ambición. “Se considera –nos confía uno de sus allegados– presidente de la República o, en su defecto, de la Comisión Europea, en el peor de los casos, secretario general de la organización del Tratado (...)