El “café para todos” ya es historia. Ahora lo que se necesita es mucha tila, tila para todos, antes que uno de los dos nacionalismos, el español o el catalán, (o los dos a la vez) nos hiele el corazón.
La Transición dejó dos problemas esenciales sin resolver en España: la violencia política en Euskadi y el modelo de Estado. El primero –con demasiada sangre y sufrimiento a sus espaldas– parece que está en camino de pasar página. La solución del segundo cada vez resulta más complicada y la confrontación nos lleva a un callejón sin salida de consecuencias imprevisibles. De la recesión económica saldremos antes o después, con más o menos jirones. No será la economía la que dará al traste a España sino la falta de acomodo de todos en un proyecto común.
El catalanismo político mayoritario se ha definido, históricamente, por la defensa de la democracia en España y (...)