Me pregunto qué sentido tiene hoy una escuela de los sentidos cuando la atrofia de éstos ha sido globalizada. ¿Se trata de una protesta elitista? ¿De un desafío educativo contra la basura pedagógica?
Lo mejor sería no aguzar la vista, ni mejorar el olfato, ni depurar el sabor, ni afinar el oído, ni potenciar el tacto cuando tal como se han puesto las cosas todo lo que pedimos la mayoría de los mortales es pasar rápido por el planeta viendo lo justo, sin oler más que lo inevitable, sin oír más ruidos de los que oímos y, si fuera posible, sin degustar alimentos transgénicos o acariciar cuerpos cuando otros los torturan en nombre de la libertad.
Por suerte Fabrizio Ferri, creador de la Università dell’Immagine, no comparte mi visión catastrofista de la existencia. Ferri es un fotógrafo de moda que aunque no cree en la moda vive de ella. Sus (...)