En los servicios culturales de las embajadas de Francia reina un clima de desencanto. «A pesar de su improbabilidad, la huelga histórica de los empleados del Ministerio de Relaciones Exteriores, del 1 de diciembre de 2003, fue seguida por más de un 70%. Inimaginable», -subraya este ex asesor cultural recientemente reinsertado en el sector privado. Y agrega: «Hace años que dejamos que nuestros interlocutores crean que disponemos de medios para llevar adelante una política cultural exterior ambiciosa. Pero es falso. No sólo no los tenemos, sino que hacemos creer públicamente lo contrario. Es una impostura.»
Diplomacia obliga, la ley del silencio prevalece, pero cuando se la transgrede, al azar de los coloquios y otros informes más o menos oficiales, tiene un efecto liberador. Por ejemplo, el informe del diputado (luego senador) Yves Dauge: cuando en 1999 se le encargó la elaboración de un informe de situación sobre esa impresionante organización que (...)