En El Salvador, la reciente victoria de Mauricio Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), tiene un triple significado. Por primera vez, la izquierda consigue arrebatarle el mando a la derecha dura que había dominado siempre este país desigual (el 0,3% de los salvadoreños acapara el 44% de la riqueza), con más de un tercio de los habitantes bajo el umbral de pobreza y otro tercio obligado a emigrar a Estados Unidos.
Este éxito electoral demuestra, además, que el FMLN tuvo razón al abandonar, en 1992 y en el contexto del fin de la guerra fría, la opción guerrillera (después de un conflicto de doce años que causó 75.000 muertos), y al adoptar la vía del combate político y de las urnas. A estas alturas, en esta región, un movimiento guerrillero armado está fuera de lugar. Ese es el mensaje subliminal que transmite, en particular a las (...)