El debate público no hace circular solamente tonterías: también veneno. De todos los lamentos que complacientemente transmite la cohorte de expertos y editorialistas, seguramente el más tóxico es el que anuncia, con una gravedad profética, el fin de las categorías “derecha” e “izquierda” y la superación definitiva de su antinomia política. No se ha prestado la suficiente atención a la perturbadora proximidad formal, y la colusión objetiva, entre el “ni derecha ni izquierda” de la extrema derecha y la “superación de la derecha y la izquierda” (“que ya no significan nada”) del extremo centro.
Sorprendente ironía que pretende que se piense de forma idéntica en la marisma y en el pantano, el segundo persiguiendo su fantasía de reconciliación unánime bajo la primacía de la identidad nacional eterna, la primera bajo la égida del círculo de la razón gestionaria que “necesariamente” logra el acuerdo general –y seguramente hará falta todavía un poco (...)