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El gran juego de las alianzas

Una extraña luna de miel entre Moscú y Tel Aviv

Desde el hundimiento del bloque soviético, las relaciones internacionales se recomponen alrededor de intereses mal identificados. Las alianzas estratégicas devienen más confusas; se bosquejan nuevas configuraciones; algunos socios se enfrentan por un dossier concreto mientras que los enemigos colaboran sobre un tema puntual. ¿Cómo interpretar esta inestabilidad? Nuestra serie sobre las transformaciones geopolíticas se abre con la entente discreta entre Rusia e Israel.

por Igor Delanoë, septiembre de 2014

El incidente no pasó inadvertido. Durante la reunión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del 27 de marzo pasado, destinada a condenar la anexión de Crimea por parte de Moscú, el representante israelí brilló por su ausencia. En detrimento de Estados Unidos, Tel Aviv se abstuvo de votar una resolución que llamaba a no reconocer la incorporación de la península a la Federación Rusa. Este episodio vino a confirmar la complejidad de las relaciones entre Israel y Rusia. Ya que, a pesar de sus divergencias sobre la cuestión siria y sus diferencias siempre sustanciales sobre la cuestión nuclear iraní, estos dos países mantienen un diálogo constructivo.

Presentándose cada vez más como una ciudadela asediada en la escena de Oriente Próximo, Israel es consciente del desgaste de la influencia estadounidense en la región que, indirectamente, favorece la del Kremlin. El conflicto sirio consagró el regreso (...)

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