Al llegar la noche en Konna (cerca de Mopti, en el centro de Malí), decenas de hombres vestidos con chalecos amarillos y pantalones multibolsillos se reúnen frente a la Casa de la Juventud. Se dividen en grupos de ocho o nueve, se arman con palos o machetes, distribuyen walkie-talkies y, más tarde, se separan para patrullar en moto las arenosas calles de la ciudad hasta el amanecer. Cerca de 500 voluntarios, en su mayoría jóvenes, forman la “brigada”. El grupo se ha propuesto proteger la ciudad que los gendarmes abandonaron hace nueve meses y que el Ejército, estacionado a 50 kilómetros de distancia, solo visita en contadas ocasiones. Su miedo: un ataque de los bandidos armados que merodean por la región.
La brigada nació de la frustración de los habitantes, impotentes ante el recrudecimiento de los robos y los asesinatos e irritados por la inacción de las fuerzas policiales, mucho antes (...)