La reelección, el pasado 17 de abril, del presidente Joko Widodo, popularmente conocido como Jokowi, frente a su único rival, Prabowo Subianto, pudo dejarle a algunos el amargo sabor de una insulsa repetición con desafíos inciertos. La campaña, que ha enfrentado a los mismos protagonistas que en el escrutinio precedente, estuvo marcada por una aparente difuminación de las líneas ideológicas.
Prabowo, exyerno del general Suharto y él mismo general jubilado, asumió en 2014 la reivindicación de un autoritarismo nostálgico del “Nuevo Orden” –por el nombre del régimen autoritario de su suegro, entre 1966 y 1998–. Envuelto en la estética kitsch del esplendor mussoliniano durante sus mítines y respaldado por las redes islamistas militantes, encarnaba la necesidad de corregir los desórdenes democráticos de la reformasi, esa larga transición iniciada con la caída del viejo dictador, para volver a las tranquilas certezas del pasado. Por su parte, Jokowi, procedente del pueblo llano, pretendía (...)