Al comienzo de este día de enero de 2013, en un barrio residencial de la pequeña ciudad colombiana de Saravana, Pedro aparta la moto hacia un lado y deja a Silvia a la sombra de un árbol. Le hace una broma: “¡Eh! ¡No tortures a los niños! La misión de Silvia, enfermera, consiste en vacunar a los niños de la zona. Pedro quiere arrancar enseguida, pero aparecen cuatro policías en moto y él no se ha puesto el casco. Si lo detienen, la multa será importante. Por eso prefiere esperar a que el escuadrón se aleje. Pero cuando pasa el tercer policía, una carga escondida bajo unas ramas caídas explota, seguramente activada por un guerrillero escondido en una de las villas. Sangre y polvo. Silvia cae. Pedro permanece de pie: le han reventado el ojo derecho y le han alzancado el pene y la columna vertebral.
Este ataque tuvo lugar en (...)