¿Es sensato considerar a Xi Jinping, presidente de la República Popular China (RPC) desde hace dos años, como un nuevo príncipe rojo, digno heredero de Mao Zedong? Es lo que sugieren algunos comentaristas de Europa y de Estados Unidos tras su cambio de estilo desde que asumió el poder en marzo de 2013: promoción de su protagonismo, tono más directo y accesible y actitud más franca y sencilla. Se ha hablado mucho de un nuevo culto a la personalidad en torno a la figura de Xi Dada (tío Xi).
Lo que inquieta a los analistas extranjeros no es el intento de dejar de lado la jerga y la austeridad habituales en el seno de la dirección colectiva del Partido Comunista Chino (PCCh) a favor de una encarnación sin complejos y unificada de la autoridad del Partido en la persona del Presidente. Es más bien el bombardeo mediático del que éste se (...)