Como partidario del mantenimiento de Grecia en el euro y de la profundización de la construcción de la Unión Europea (UE), estoy aterrado ante el supuesto acuerdo del 13 de julio de 2015. Éste se inscribe en el sinsentido económico y financiero de los dos planes precedentes, los cuales, lejos de aportar una solución a los problemas que pretendían resolver, los han agravado. El derrumbe de la economía griega se acelera, haciendo que la carga de la deuda sea todavía más insostenible y su reembolso todavía más improbable. Más grave aún, este fracaso se paga a costa de indignos sufrimientos sociales del proyecto europeo, porque la austeridad generalizada afectó principalmente a los griegos más vulnerables. Sinsentido económico e injusticia social caracterizaban los dos primeros programas de ayuda a Grecia; el tercero acelera el movimiento en la misma dirección.
En el ámbito democrático, el acuerdo del 13 de julio prolonga y (...)