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Reflexiones sobre el progreso

Un silencio muy largo

por Ashis Nandy, octubre de 2015

Progreso: la palabra es, a ciencia cierta, una de las más denigradas y ambiguas de nuestro vocabulario. Teniendo en cuenta su trayectoria, deberíamos haber aprendido a bajar la cabeza cuando nos sorprendemos usándola. Sin embargo, nos empeñamos en utilizarla. En una época en la que la habilidad política exige renunciar a cualquier tipo de pudor o de arrepentimiento, donde el capitalismo globalizado ha renunciado a la antigua ética para lucir colores festivos, ni los poderosos ni sus oponentes tienen tiempo que perder en exámenes de conciencia. Vivimos bajo la obligación de la felicidad perpetua, tanto en el mundo real como en el virtual.

No cumplir el deber de ser feliz es visto como una señal de fracaso social o como un síntoma de trastorno psiquiátrico. Así pues, la idea de progreso, aunque dañada moral e intelectualmente, sigue vagando por los pasillos del poder como si de un fantasma se tratara. Sobrevive (...)

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