El seísmo que golpeó Haití ha matado a más de 200.000 personas y arrojado a más de un millón de refugiados a la calle y a los escasos espacios libres de construcciones. Haití, una historia poblada de flagelos no tan naturales como podría parecer. Una fuerte tormenta puede provocar muchas muertes y aislar un barrio. Destruir en Pétionville una escuela y enterrar a cinco niños. Una modesta tempestad sumergir un ferry de 400 plazas, ahogando a mil pasajeros. Un ciclón causa cientos de muertes; el mismo que en Cuba o en Florida mata a cuatro o cinco personas.
En 2008 el país soportó cuatro huracanes que, en particular, engulleron la ciudad de Gonaives, ya golpeada en 2004. En cada caso el Estado se mostró ineficiente, inerte o corrupto. Un Estado que cuenta con la ayuda de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) para asegurar el mínimo bienestar social, y de las Iglesias, (...)