Los amos de las finanzas tienen los fines de semana muy cargados de trabajo: es el momento que eligen para resolver las grandes crisis financieras. Los viernes, apenas cierra Wall Street, los dueños de los bancos y los grandes financieros se encierran en sesiones maratonianas destinadas a sellar el destino de tal o cual institución. Las decisiones han de tomarse el domingo por la noche, antes de la apertura de las bolsas asiáticas. Después habrá que esperar el veredicto de los mercados –primero los asiáticos, luego los europeos y, finalmente, el estadounidense– antes de empezar de nuevo a disertar sobre los ganadores y los perdedores de las grandes maniobras del siguiente fin de semana.
El lunes por la mañana, depositantes y contribuyentes descubrirán un planeta financiero transformado. El 15 de septiembre, por ejemplo, se enteran de que, por falta de comprador, el Lehman Brothers, el quinto banco de inversión más importante (...)