¿La crisis? ¿Qué crisis? ¡Ah! ¿Hay una nueva crisis? ¡Tenemos que decir que aquí en Tijuana nunca hemos salido de ella!”, señala con una sonrisa Jaime Cotta. A pesar de todas las miserias que pasan por su oficina, el hombre trata de conservar el sentido del humor. Sin ninguna duda, en Tijuana él es quien mejor conoce las condiciones de vida en las “maquiladoras”, esas plantas de ensamblaje establecidas en México desde los años 1960, a lo largo de los 3.000 kilómetros de frontera con Estados Unidos. ¿Qué las atrajo a México? Una mano de obra barata, impuestos casi inexistentes, autoridades poco cuidadosas, y todo eso al lado de la primera economía mundial. Gracias a las maquiladoras somos una economía de pleno empleo, pudieron repetir, durante años, los sucesivos gobiernos del Estado de Baja California.
Jaime Cotta fue primero obrero, y luego investigador. Hoy es abogado. Su Centro de Información para (...)