En 2012, y por tercer año consecutivo, disminuyó el número de presos en Estados Unidos: en la actualidad hay unos treinta mil menos. Enfrentados a algunas dificultades presupuestarias, los estados ya no pueden permitirse el coste del sistema “hipercarcelario”, y ahora, en un consenso político poco habitual, republicanos y demócratas han acordado reducir el hacinamiento en las cárceles a nivel local. En California –un estado que, por sí solo, es responsable de la mitad de la bajada registrada en 2012– o en Texas, ha llegado la hora de la reducción de las penas y las soluciones alternativas.
En Luisiana, por el contrario, un cheque sin fondos puede ser cuasa de diez años de cárcel, y la pena para un ladrón reincidente sigue siendo de 24 años sin posibilidad de reducir la condena. En los últimos 20 años, la tasa de encarcelamiento se ha duplicado, y ha llegado a un nivel desconocido (...)