El liceo Emmanuel-Mounier representa algo muy distinto a esa larga fachada de hormigón deteriorada por la falta de mantenimiento, delante de la cual desfilan los coches cuando se dirigen hacia la Casa de la Cultura. Al entrar en el inmenso patio asfaltado salpicado por unos pocos plátanos, se ven unos frescos cuarteados. Dan testimonio de los años experimentales, que mezclaban la escalada y la danza, la emancipación a través del conocimiento, la cultura o el deporte. Construido en 1965, a medio camino entre el centro de la ciudad y los barrios populares del sur, este instituto sigue siendo el emblema de la diversidad social de los barrios, así como de las esperanzas puestas en la educación pública.
Tras tres años de movilización contra las demoras de la municipalidad, profesores, alumnos y padres lograron que el centro se reconstruyera en el mismo sitio y que se mantuvieran los cursos. Manifestaciones festivas y (...)