En el mundo colonizado de las vísperas de la Primera Guerra Mundial, el debate sobre las alianzas entre la clase obrera y las “clases medias” no seguía las mismas lógicas que en la Europa del siglo XIX. Allí, la clase obrera era prácticamente inexistente, el socialismo embrionario y los movimientos de resistencia a la ocupación extranjera estaban dirigidos sobre todo por líderes religiosos o tradicionales. Éstos eran denunciados a menudo en Europa –incluso por los socialistas– como “feudales” o “reaccionarios”, hostiles al progreso y la “civilización”.
La Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique de 1917 cambiarían la situación. El Primer Congreso de los Pueblos de Oriente, reunido en Bakú en septiembre de 1920, congregó a cerca de dos mil delegados: árabes y kurdos, turcos e indios, persas y chinos. “No siempre tuvimos tiempo para darnos cuenta de la magnitud de los acontecimientos históricos en los que participamos –explicaba entonces el (...)