Si bien los cambios que se producen en África, muchas veces dramáticamente (movimientos sociales, golpes de Estado, guerras, enfermedades, pobreza, etc.), dan la impresión de un gran caos, las cosas no son menos comprensibles allí que en otras partes. Con frecuencia son las simplificaciones mediáticas y los prejuicios despreciativos los que crean la “insoluble complejidad” del continente.
Durante la década bisagra de 1989-1999, fueron cuestionados la mayoría de los modelos políticos y económicos que estructuraban el continente. El final del enfrentamiento Este-Oeste puso fin a los conflictos atizados desde el exterior, como en Angola o Mozambique; los regímenes cripto-comunistas desaparecieron o se convirtieron a la economía de mercado (Benín y Etiopía, por ejemplo); la eliminación del apartheid en Sudáfrica selló el final simbólico de los regímenes coloniales; el multipartidismo se expandió desde la República Democrática del Congo (RDC) a Cabo Verde, pasando por Kenia o la República Centroafricana…
Estos cambios se pueden (...)