En 2011, durante los primeros meses de la guerra, el poder sirio aparece aislado en el tablero regional. En noviembre, por iniciativa de Arabia Saudí y Qatar, se suspende la participación de Siria en la Liga Árabe, de la que es miembro fundador. En marzo de 2013, la organización se plantea asignarle el puesto de Siria a la oposición, pero tres países se oponen a ello: Argelia, Irak y Líbano. El aislamiento del Gobierno baazista no es total: Damasco lleva mucho tiempo enarbolando la bandera del nacionalismo árabe, lo que le ha granjeado simpatizantes en todos los “países hermanos”, aunque esto no impide que la situación sea amarga. El 22 de marzo de 2013, en una entrevista concedida al canal de televisión panárabe Al-Mayadeen, el representante sirio ante las Naciones Unidas (ONU), Bachar Al-Jaafari, describió el arabismo como una especie de lastre en el que su país siempre ha creído (...)