Los problemas políticos del primer ministro israelí Ariel Sharon comenzaron hace años cuando surgió en Israel un movimiento popular que exigía la construcción de un muro de separación alrededor de los principales centros urbanos. Sus defensores creían que impediría a los kamikazes penetrar en Israel. Los colonos y la mayoría de los israelíes de la derecha dura se opusieron a ello por varias razones: se corría el riesgo de crear una frontera entre Israel y Palestina y de abandonar a numerosas colonias del otro lado del muro; podría significar también el fin de la ideología del “Gran Israel”.
Por tal motivo, la mayoría del Parlamento, del comité central del Likud e incluso del gabinete de Sharon se opuso a este proyecto. Por su parte, los defensores del muro –en construcción desde la primavera de 2002– se basaban no en motivaciones ideológicas sino en el hecho de que el ejército no lograba (...)