Si hay una crítica que se le formula constantemente a la Unión Europea (UE), es la de su “déficit democrático” debido a la creciente divergencia entre los poderes que le han transferido los Estados y la posibilidad otorgada a los ciudadanos de ejercer su soberanía. No obstante, pocos análisis cuestionan su funcionamiento, y en consecuencia surgen pocas propuestas para colmar dicho déficit.
Esta vacuidad política deja el campo libre a iniciativas esencialmente centradas en una mejor “comunicación”. Así, en octubre de 2005 la Comisión Europea lanzó la iniciativa conocida como 3D –por democracia, debate y diálogo–, con el objetivo de “acercar Europa a sus ciudadanos”. Los términos utilizados son significativos: desde el punto de vista de Bruselas parece existir por una parte la “Europa” desencarnada, y por la otra “ciudadanos” desinformados. Se podría pensar que previamente a cualquier reflexión sobre la democracia europea, sería lógico considerar que los ciudadanos no tienen (...)