El fracaso –momentáneo– de la instauración de un gobierno palestino de coalición justifica la siguiente pregunta: ¿por qué Hamás mantiene, a pesar de las presiones urbi et orbi, su negativa a reconocer oficial y explícitamente al Estado de Israel? Hay una primera respuesta que no suele ser evocada: el movimiento considera que tal reconocimiento constituiría una concesión inútil. Hamás no olvida que el reconocimiento es una exigencia de décadas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y de Fatah, ambos movimientos “laicos”. También recuerda que, cuando la OLP y Fatah finalmente aceptaron este reconocimiento, no obtuvieron nada a cambio: ni Estado palestino, ni capital en Jerusalén Este. Ni tampoco la aceptación por parte de Israel de su responsabilidad en el éxodo de los palestinos de 1947-1949, ni a fortiori la del principio de “derecho al regreso” (o a compensaciones) de unos 5 millones de refugiados.
En marzo de 2006 (...)