“Si alguien siguiera queriendo una prueba del peligro que los referéndum crean en torno al funcionamiento de las democracias modernas, aquí la tiene”, sentenciaba de forma fulminante el sitio del semanario Der Spiegel, el 6 de julio de 2015, tras el anuncio de los resultados de la consulta griega. La estupefacción que el resonante “NO” causó en Alemania se explica con el choque frontal entre dos concepciones distintas de la economía y, en términos más generales, de los asuntos públicos.
El primer enfoque, representado por los dirigentes griegos a principios de julio, refleja un modo de gobierno propiamente político. El sufragio popular prevalece sobre la regla contable y un poder electo puede decidir cambiar las reglas. Por el contrario, el segundo enfoque subordina la acción gubernamental a la estricta observancia de un orden. Los políticos pueden actuar como les parezca, siempre y cuando no se salgan del marco que se sustrae, (...)