Los historiadores están capacitados para saber cuán difícil es el género de las Memorias. Ellos mismos están acostumbrados a leerlas con espíritu crítico, dudando por principio metodológico de la obra del autor, tanto a propósito de las informaciones factuales como de las reflexiones analíticas o psicologizantes. Por lo tanto aplican a las Memorias las técnicas de lectura acostumbradas: ¿Cuáles eran las intenciones del autor? ¿En qué razones se funda la idea de que, para tal o cual propósito, dice la verdad y qué verdad, si oculta o deforma, si lo hace deliberada o involuntariamente?, etc. Los enfoques se hacen cada vez más complejos e incluso se pueden buscar, a través de las palabras utilizadas, los procedimientos de escritura, los sistemas mentales y simbólicos presentes en el memorialista.
En tanto que historiador sagaz, Eric Hobsbawn debía, pues, conocer bien estas cosas cuando decidió escribir Franc-Tireur, su autobiografía. Por esta razón acompaña su (...)