Uno de los daños causados por los despidos nunca aparece en los catálogos de los economistas, políticos, sociólogos, sindicalistas, profesores de gestión, consultores y periodistas. Se ha hablado mucho sobre la pérdida de ingresos, la movilidad descendente, la erosión de la cohesión familiar, el aumento del índice de divorcios, la disgregación de las comunidades, pero los agravios emocionales que invalidan al trabajador no se mencionan (…).
Un estudio nacional estadounidense sacó a la luz una correlación entre cada punto de evolución positiva o negativa del índice de desempleo y el índice de suicidio nacional, la frecuencia de los ataques cardíacos, los derrames cerebrales, los crímenes y los accidentes. No se reconoce suficientemente el daño provocado por el despido en sí, aparte del consiguiente desempleo. El traumatismo propio del despido deshace vidas, arruina la autoestima, deteriora los mecanismos normales de adaptación (…).
Según el Dr. Cameron, los despidos “disminuyen la capacidad de recomenzar. (...)