“El Guía de la Revolución, el ayatolá Ali Jamenei, cumplirá su sueño de dar un sermón desde lo alto del púlpito de la Mezquita de los Omeyas en Damasco. Anunciará haber logrado la unidad islámica que prometía desde hace mucho tiempo. Con gran pompa, descenderá del púlpito para apoyar su mano sobre la cabeza de un niño pobre y expresar así la tolerancia de los poderosos (respecto de los suníes). Luego permanecerá de pie junto a un grupo de ulemas suníes sirios. Les dará la mano y levantarán juntos sus brazos frente a las cámaras que registrarán ese momento histórico”. Así, un influyente editorialista saudí describía, tras la victoria del ejército sirio en Al Quseir, el futuro siniestro, según él, de un mundo musulmán que ha caído bajo la autoridad de los “persas” y los chiíes.
Mientras tanto, en el Líbano, Hassan Nasrallah, secretario general del Hezbolá, pronunciaba un discurso (...)