“En todo momento –escribía en 1959 el periodista Herbert Matthews– se plantea la cuestión: si América Latina no estuviera de nuestro lado, nuestra situación sería dramática. Sin acceso a los mercados ni a los productos de América Latina, Estados Unidos quedaría reducido a potencia de segundo orden” (The New York Times, 26 de abril de 1959). De esta preocupación nació, a principios del siglo XIX, la imagen de la región como un “patio trasero” que hay que proteger –y someter–, cueste lo que cueste. En un principio, el proyecto se oculta bajo los ropajes de la preocupación solidaria: en 1823, el presidente James Monroe condena el imperialismo europeo y proclama una “América para los americanos”. Pero su doctrina pronto se transformará en un instrumento de dominación del Norte sobre el Sur del continente.
A veces violento, a veces discreto, el expansionismo de Estados Unidos en América Latina ha moldeado hasta tal (...)