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Una fuente de energía que devasta la naturaleza pero da empleo en Estados Unidos

Como un olor a regaliz

El capitolio de Charleston, donde se reúnen los diputados de Virginia Occidental, está situado a una cómoda distancia de las explosiones que sacuden permanentemente el Coal River Valley. Pero aquella mañana, un olor sospechoso perturbó el desarrollo de la asamblea legislativa.

por Maxime Robin, marzo de 2015

El capitolio de Charleston, donde se reúnen los diputados de Virginia Occidental, está situado a una cómoda distancia de las explosiones que sacuden permanentemente el Coal River Valley. Hasta el 9 de enero de 2014, mantenía excelentes relaciones con la industria minera y química. Pero aquella mañana, un olor sospechoso perturbó el desarrollo de la asamblea legislativa. Fue entonces cuando Maya Nye, experta en derecho industrial, encendió su ordenador. Su círculo de amigos le avisaba de que su ciudad natal estaba envuelta en un fuerte olor “como a regaliz”.

En general, eso indica una fuga, algo frecuente en esa región que llaman “Chemical Valley” –“valle químico”– por sus numerosas centrales eléctricas y depósitos de almacenamiento. Desde los años 1930, gracias a la proximidad del carbón, allí se producen y almacenan fertilizantes, pesticidas, anticongelantes y “agente naranja”. La situación genera orgullo y risa: el logo del equipo local de roller derby, un (...)

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