El 15 de noviembre de 2014, con motivo de la reunión del G-20 en Brisbane, el presidente Barack Obama tomó la iniciativa de reunir a sus homólogos japonés y australiano. En las conversaciones informales que mantuvo con Shinzo Abe y Anthony Abbott se centraron en los problemas de defensa. Estos dos hombres representan los pilares del sistema de seguridad estadounidense en el Pacífico oeste, que también incluye a Taiwán y Corea del Sur. Ambos comparten la misma preocupación por las presiones fronterizas que ejerce China sobre sus vecinos.
La posición de Tokio respecto a Pekín es conocida: sigue estando impregnada de una desconfianza que las tensiones renovadas a propósito de las islas Diaoyu/Senkaku no contribuyen a disipar, a pesar de los vínculos crecientes entre las economías de las dos potencias de Asia Oriental. Por otra parte, el posicionamiento de Canberra, menos comentado en Europa, testimonia un apoyo inquebrantable a Washington, al (...)