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Los nuevos hilos de Ariadna

Atrapados en el laberinto

A lo largo de las épocas, la figura del laberinto expresa, como ninguna otra, la concepción del mundo que ha tenido la civilización occidental. Desde el laberinto clásico, el de Cnossos, que dio lugar al primer relato del mito, hasta las formas que, en la época moderna, dibujan la “errancia” del hombre barroco navegando en un mundo de signos que intenta descifrar. Hoy el laberinto se llama Internet. En la Red, todos somos “cibernavegantes” sin rumbo, sin hilo de Ariadna, vigilados por un nuevo Minotauro llamado NSA (National Security Agency) que amenaza con devorar nuestra identidad. De ahí la importancia y la urgencia de conocer los orígenes de este mito.

por Francisco Jarauta, agosto de 2013

La centralidad del laberinto y su permanencia a lo largo de la historia nos permite pensar que esa figura expresa la condición humana de seres abocados a un destino incierto, sin horizonte claro, sino marcado por los enigmas y por aquel espacio que el mito dibuja como camino tortuoso hacia la verdad. Se podría decir incluso que la figura del laberinto funda, como ningún otro relato mítico, la verdad de la experiencia humana. Mejor aún, el laberinto podría ser la figura que marca el inicio de la historia humana. Su final es narrado por otra figura opuesta: la del naufragio. La historia se inicia en el centro del laberinto desde el que partirá el largo viaje de Ariadna.

Jorge Luis Borges interpreta la permanencia del laberinto en la cultura occidental a partir de la pérdida de transparencia o de lo que él llama “la opacidad del mundo”, esa dificultad para explicar o entender (...)

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P.-S.

Este artículo es una versión abreviada y puesta al día de un texto precedente del autor, titulado "El Hilo de Ariadna".

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