Muchos, sobre todo en la izquierda, siguen creyendo que el euro va a cambiar. Que vamos a pasar del actual euro “austeritario” a un euro finalmente renovado, progresista y social. Pues no va a suceder. Para hacerse una primera idea bastaría con mencionar la total ausencia de acciones políticas en el estado de imbricación institucional de la actual unión monetaria europea. Pero esta imposibilidad se debe sobre todo a un argumento mucho más fuerte, que se expresa en forma de silogismo.
La premisa mayor del silogismo sería: el euro actual proviene de una construcción que tuvo como efecto, e incluso como intención, satisfacer a los mercados de capitales y organizar su dominación sobre las políticas económicas europeas. Y la menor: todo proyecto de transformación significativa del euro es, ipso facto, un proyecto de desmantelamiento del poder de los mercados financieros y de expulsión de los inversores internacionales del campo de la (...)