Los Hermanos Musulmanes habían jurado que no iban a pelear por la presidencia egipcia. Una vez rota esta promesa, lo que debían aportar era “pan, libertad, justicia social”. Bajo su dominio, la inseguridad creció, la miseria también. Las multitudes entonces volvieron a tomar las calles para exigir la salida del presidente Mohamed Morsi. Algunas revoluciones empiezan así. Cuando triunfan, se las celebra durante siglos sin preocuparse demasiado por su espontaneidad relativa o por los fundamentos jurídicos que las desencadenaron. La historia no es un seminario de Derecho.
En los días que siguieron a la dictadura de Hosni Mubarak, era ilusorio imaginar que el ahogo prolongado de la vida política, del debate contradictorio, no pesaría en los primeros escrutinios. Con frecuencia, el electorado suele confirmar la influencia de las fuerzas sociales o institucionales mejor estructuradas (las grandes familias, el ejército, el viejo partido único) o la de los grupos organizados que tejen (...)