Quien tenga del liberalismo la imagen que difunden los liberales, se va a encontrar con grandes sorpresas al leer esta obra maestra de Domenico Losurdo, que de entrada muestra una extraordinaria paradoja.
Ser liberal, en principio –en la línea de grandes autores como Hugo Grotius, John Locke, Adam Smith o Alexis de Tocqueville– es militar a favor de las libertades del individuo, contra el absolutismo político, el intervencionismo económico, la intolerancia filosófica. Desde el Siglo XVI al XVIII, y a través de tres gloriosas revoluciones, en Holanda, Inglaterra y Estados Unidos, este poderoso movimiento de ideas y de acción, ha modelado toda la historia contemporánea. Ahora bien, fue bajo su reino cuando la esclavitud conoció su mayor desarrollo. En Estados Unidos había trescientos treinta mil esclavos en 1700, cerca de tres millones en 1800, y el doble a mediados del Siglo XIX. Holanda abolió la esclavitud en sus colonias en 1863. (...)