El envejecimiento, y en ciertos casos, el decrecimiento de la población, tienen importantes consecuencias económicas, sociales, individuales y organizativas. Japón es, a un tiempo, el país más afectado por esa mutación demográfica y el más avanzado en términos de innovación y desarrollo de un mercado nuevo.
La reducción de la población nipona empezó en 2005. En octubre de 2010, las personas de 65 años o más representaban el 23% de la población, y las de 50 años o más, el 43%, esto es, los índices más altos del mundo. Por un lado, esta mutación hace gravitar la amenaza de escasez de mano de obra y de pérdida de saberes prácticos, así como de una reducción del mercado interno. Por el otro, abre la perspectiva de lo que se denomina el “mercado plateado” (“silver market”), o “mercado del envejecimiento”.
Según las previsiones, la cuarta parte de los japoneses tendrá 65 años o más (...)