En Japón –por más disparatado que esto pueda parecerle a un occidental–, los más contrarios a un aumento de la edad de la jubilación son los dirigentes de empresa; al menos en los grandes grupos. La organización patronal Keidanren, equivalente nipón del Movimiento de Empresas de Francia (Medef) se opuso en un principio a la ley que apunta a posponer esta edad a los 65 años. Terminó por aceptarla a regañadientes. En efecto, incluso si este sistema está en decadencia, la remuneración de los trabajadores a tiempo completo aumenta al mismo tiempo que la antigüedad. Y las primas por bajas anticipadas se incrementan, también, con el número de años trabajados.
Para Keidanren, mantener a personas de 60-65 años en el trabajo significa pagar salarios más elevados a empleados cuyo rendimiento estima menor: “una pesada carga”, según dicen. La organización patronal se rebela contra la ley en nombre de la defensa del (...)