La presunción es nuestra enfermedad natural y original. (…) Por la vanidad misma de tal presunción [el hombre] quiere igualarse a Dios y atribuirse cualidades divinas que elige él mismo; se separa de la multitud de las otras criaturas, aplica las prendas que le acomodan a los demás animales, sus compañeros, y distribuye entre ellos las fuerzas y facultades que tiene a bien. ¿Cómo puede conocer por el esfuerzo de su inteligencia los movimientos secretos e internos de los animales? ¿De qué razonamiento se sirve para asegurarse de la pura y sola animalidad que les atribuye? Cuando yo me burlo de mi gata, ¿quién sabe si mi gata se burla de mí más que yo de ella?
- Michel de Montaigne, Ensayos, 1580.
Era Batallador, el decano de la mina, un caballo blanco que llevaba diez años de trabajar en el fondo. Desde hacía diez años vivía en aquel pueblo subterráneo, (...)