En Moscú, una mañana de otoño de 1918, un hombre se presenta en el Comisariado del Pueblo de Instrucción Pública. Ronda la treintena y lleva bajo el brazo un voluminoso paquete. Llega, explica, de Vitebsk, una ciudad de Bielorrusia situada a 500 kilómetros –a más de diez horas de tren– de la nueva capital. Su nombre es Marc Chagall. Es pintor. Desea hablar con el comisario Anatoli Lunacharski en persona, a quien había conocido en París antes de 1914. Su intención es mostrarle una selección de sus trabajos recientes.
Chagall pertenece a una familia de judíos analfabetos y pobres. Primogénito de nueve hermanos, nació en 1887 en un suburbio de Vitebsk. Tras recibir lecciones de dibujo, obtiene una beca para la Escuela de Bellas Artes de San Petersburgo, y posteriormente frecuenta el taller de Léon Bakst, en la Escuela de Arte y Diseño fundada por Elizaveta Zvantseva. En enero de 1910, (...)