Europa se enfrenta a tres fuerzas que amenazan sus instituciones sociales y su aspiración a representar un papel independiente en el mundo: el poder desenfrenado de Estados Unidos; las opciones económicas de tipo anglosajón y la ampliación de la Unión Europea. A pesar de que esas tres dinámicas se inscriben en el largo plazo, ya concentran suficiente fuerza como para paralizar las instituciones europeas y condicionar las políticas interiores del continente a los dictados de la globalización neoliberal y su política exterior al leadership de Estados Unidos, expresión utilizada por la Casa Blanca para designar sus ambiciones imperiales. No es esa la Europa que necesitan sus ciudadanos ni el resto del mundo.
En la medida en que la UE es actualmente la única entidad mundial que dispone de un peso económico y de un potencial político equivalente a los de Estados Unidos, tiene –al menos teóricamente– los medios para desafiar (...)