La voluntad del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (“AMLO”) de emancipar a su país de la tutela de Estados Unidos se hizo patente desde su ceremonia de toma de posesión, el 1 de diciembre de 2018, a la que acudió como invitado el presidente venezolano Nicolás Maduro, denostado por Washington. Ese mismo día, López Obrador anunció un plan de desarrollo integral conjunto con El Salvador, Guatemala y Honduras, marcando así un cambio de rumbo estratégico orientado hacia el sur.
México no ha tardado en demostrar que su regreso al principio de no intervención no era sinónimo de indiferencia o pasividad. Se opone a las presiones del Grupo de Lima –que reúne a los países americanos que no reconocen al Gobierno de Maduro–, pero sin abandonar por ello esta organización. Al tiempo que prefiere crear nuevas palancas de acción donde se priorice el diálogo, como el Mecanismo de Montevideo, junto a (...)