Por lo visto, la escena a la que asistimos al llegar a Lábrea, en el corazón de la Amazonia brasileña, es habitual por estos lares: motoristas cubiertos de una fina película de polvo ocre blanden sus móviles y preguntan a los transeúntes dónde se encuentra el cartel que señala el fin de la carretera Transamazónica. Todos quieren inmortalizar la conclusión de su periplo tras 4260 kilómetros de viaje. Pero nunca ha existido tal letrero, ya que la Transamazónica supuestamente no iba a acabar en esta pequeña localidad. Hace cincuenta años, los militares que ocuparon el poder en Brasil entre 1964 y 1985 preveían construir en Lábrea un puente sobre el río Purús y proseguir las obras hasta la localidad de Benjamin Constant (llamada así no en honor del escritor francés, sino del general que la Constitución de 1891 presenta como el fundador de la República Brasileña), en el estado de (...)
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Un símbolo de la deforestación y una herida abierta para las tribus indígenas
Un viaje a los confines de la carretera Transamazónica
Es la tercera carretera más larga de Brasil, equivalente a la distancia entre Lisboa y Helsinki. Pero también una carretera inacabada, parte de la cual nunca ha sido asfaltada. La Transamazónica, proyecto faraónico iniciado a principios de la década de 1970, debía conectar Brasil con el océano Pacífico. Trajo consigo, sobre todo, las llamas que devoran la gran selva sudamericana.
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