Durante la noche del 2 al 3 del pasado mes de junio, un pequeño barco pesquero se hundía a cinco millas náuticas de las islas Kerkennah, frente a las costas de la ciudad de Sfax. A bordo se encontraban 180 pasajeros que esperaban llegar a las costas italianas; solo sobrevivieron 68. La mayoría de las víctimas eran tunecinas. Más que una tragedia, es un síntoma: Túnez se convierte en una tierra sin esperanzas para su juventud. Desde hace algo menos de un año, las salidas clandestinas hacia Europa se han acelerado. El desencanto alcanza hasta a los más acomodados. Según el secretario general del Colegio Nacional de Médicos, un 45% de los nuevos colegiados abandonaron el país en 2017, frente a un 9% en 2012.
Mientras que algunos huyen, otros siguen intentando hacer oír sus voces. El Observatorio Social Tunecino registra el conjunto de protestas, individuales o colectivas, los bloqueos de (...)