Una cosa es cierta: tras catorce meses de diálogo a veces áspero, la firma del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA por sus siglas en inglés), que puso punto final a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) el 1 de octubre de 2018, vino acompañada de cuatro suspiros de alivio: los de los dirigentes implicados.
Donald Trump necesitaba una victoria antes de las elecciones de mitad de mandato en noviembre. Durante su campaña presidencial había prometido mejorar o “hacer pedazos” el NAFTA y deseaba poder mostrar resultados antes de intensificar su guerra comercial contra China. El primer ministro canadiense Justin Trudeau, eludido durante la última serie de reuniones entre México y Washington, sentía la urgencia de unirse a la mesa de negociaciones antes de que el proceso se fragmentara en conversaciones bilaterales y de que Donald Trump esgrimiera la amenaza de aranceles (...)