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China, la India y Japón invierten en el golfo de Bengala

Los corredores de la discordia

Las necesidades de infraestructuras en los países del golfo de Bengala están abriendo apetitos. La partida se juega entre Japón, la India y China, que ha reactivado la competencia con sus “rutas de la seda”. Los proyectos, que no reparan demasiado en sus consecuencias ecológicas, a menudo se apoyan en los militares, en detrimento de las poblaciones locales expulsadas de sus tierras, como los rohingyas.

por Samuel Berthet, noviembre de 2018

Lejos de los radares occidentales, la zona septentrional del golfo de Bengala es el escenario de una intensa rivalidad por el control de la circulación. La competencia se establece en torno a las nuevas “rutas de la seda”, que difieren en gran medida de las románticas imágenes difundidas en el siglo XIX. En 2013, esta experimentó un giro decisivo cuando el Gobierno chino puso en marcha la iniciativa “Un cinturón, una ruta”, conocida primero por su acrónimo en inglés OBOR (One Belt, One Road) y, más tarde, convertida en BRI (Belt and Road Initiative), un programa de inversiones destinado a infraestructuras y transportes. Engloba a 68 países y el coste de los proyectos podría superar los 10 billones de dólares. Su ambición: la reconfiguración de la circulación entre Asia, Oriente Próximo, África y Europa. Este despliegue de inversiones –acompañadas de alianzas estratégicas– a menudo incluye una dimensión militar. Asimismo, el (...)

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