“¿Cómo puede ser que después de mil años sigamos aquí? Quizás porque siempre hemos sabido que nuestra existencia tenía un sentido, que aquí había una cultura, un espíritu y un alma que elevaron nuestros corazones durante siglos. Hemos conservado nuestro ideal de unidad y de unificación, así como nuestro orgullo nacional”. En este 15 de marzo de 2018, día de la fiesta nacional húngara, Viktor Orbán fustiga las “fuerzas mundialistas” ante decenas de miles de sus partidarios. El primer ministro húngaro profetiza la desaparición de Europa Occidental y llama a la juventud emigrada a defender la patria cuya supervivencia se ve amenazada por los flujos migratorios: “Tenemos derecho a existir. (…) Si el dique cede, llegará la inundación y ya no se podrá frenar la invasión cultural”.
Cada año, las celebraciones con motivo de la revolución de 1848 representan un momento paroxístico en la vida política del país. Tres semanas antes (...)