El asesinato de cuatro rehenes por Amedy Coulibaly en el supermercado kosher en la Porte de Vincennes ha dejado perplejos a muchos judíos de Francia. Tras el secuestro y la ejecución de Ilan Halimi por Youssouf Fofana en 2006, y después la masacre perpetrada por Mohammed Merah en la escuela Ozar-Hatorah de Toulouse en 2012, muchos de ellos han visto en ello la señal de que una ola de antisemitismo recorre el país.
Difícil no dejar que la emoción se imponga a la razón. Lo que es menos comprensible es que muchos analistas confundan los indicios que utilizan. En efecto, conviene distinguir entre opiniones antisemitas y actos antisemitas para entender mejor el fenómeno.
Tratándose de las primeras, nada indica que hayan progresado significativamente. Todas las investigaciones rigurosas –y en principio la que realiza cada año la Comisión Nacional Consultiva de los Derechos Humanos de Francia (CNCDH) para su informe sobre el racismo (...)